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La estrategia manda
Hay muchas estrategias empresariales, pero a efectos de lo que nos interesa, que es el tipo de diseño a utilizar y sus posibilidades de éxito, podemos simplificarlo en tres modelos estratégicos: el de «liderazgo de costes», en el que predomina el factor precio; el de «diferenciación», en el que el diseño en sí mismo constituye un elemento diferenciador; y el de «nichos de mercado», en el cual es básico el conocimiento del pequeño segmento al que se dirige la empresa.
Cada una impone un modelo distinto de diseño. Marcará cuáles son las limitaciones y dónde están las oportunidades del diseño. Es decir, determinará las características de la política global de diseño.
Liderazgo de costes
Las posibilidades del diseño tienen aquí dos limitaciones básicas. Una, evidente, marcada por el precio final del producto, que exige un fuerte control durante el proyecto sobre las decisiones que se refieren a materiales y procesos de fabricación. La otra limitación es efecto de las características del mercado. Las empresas cuya estrategia responde al modelo básico de liderazgo de costes suelen dirigirse a mercados muy amplios en los que el conjunto de usuarios o consumidores es muy heterogéneo y esto obliga a controlar mucho los resultados formales del diseño. No es una estrategia adecuada, en general, para diseño experimental o de vanguardia. Además, la motivación principal de compra es el precio y, por tanto, hay que tener en cuenta que el valor añadido por los aspectos estéticos o de funcionamiento que el diseño haya aportado son secundarios, en el sentido de que no deben provocar un incremento de coste, pero pueden ser fundamentales, decisivos en el acto de la compra, si van sumados al menor precio del mercado, ¡quién no quiere un producto mejorado al menor precio!
Las oportunidades para el diseño, en este modelo de estrategia, suelen ir unidas a un buen conocimiento de la tecnología y los materiales utilizados en la fabricación del producto, de modo que se pueda proyectar teniendo en cuenta la simplificación de los procesos de fabricación o de presentación del producto. Para ello el diseñador ha de trabajar codo a codo con el departamento técnico de la empresa, que es quien puede aportar el mayor conocimiento de la tecnología y los materiales a utilizar. Estos departamentos suelen tener ciertas prevenciones a trabajar con diseñadores, quizás porque ignoran qué es el diseño y cuánto se puede aportar desde una visión exterior, fresca y creativa. Aquí, la capacidad de la relación personal del diseñador es importantísima, porque debe vencer todas las resistencias y conseguir que la información se transmita de manera fluida en ambos sentidos. La colaboración y la confianza han de ser totales. Técnicos y diseñadores han de constituir un eficaz equipo de trabajo.
Diferenciación
Este es el modelo en el que las posibilidades del diseño son mayores. Se premia la originalidad y la creatividad, que ya hemos visto en páginas anteriores que son valores básicos para cualquier diseñador. No se entienda originalidad y creatividad sólo como la consecución de soluciones estéticas espectaculares. Mejoras funcionales, ergonómicas, de concepto de producto o de presentación en el punto de venta que supongan argumentos diferenciales para el producto son también resultado de esa misma creatividad.
En este modelo las limitaciones para el diseño industrial vienen impuestas en cada caso por el mercado al que se aborda, por los recursos de la empresa y por los productos de la competencia, es decir, los productos de los que hay que diferenciarse.
Las oportunidades de diseño van ligadas a un buen conocimiento del mercado y de los competidores. Diferenciarse significa hacer de algún modo una nueva propuesta al mercado y ello conlleva tener una idea del futuro de ese mercado, sus tendencias, sus expectativas. En estos casos el diseñador debe trabajar muy conectado al departamento de marketing o gerencia que están capacitados para dar al diseñador toda la información necesaria respecto al mercado, los usuarios, la competencia, las tendencias, por qué y para qué diferenciarse. Estas serán las prioridades del diseño, que luego habrá de considerar los factores técnicos: materiales, proceso de fabricación, etc…
Nichos de mercado
Desde la óptica en que estamos analizando la relación diseñador-empresa, según sea el modelo de estrategia empresarial, este modelo de nichos de mercado es una especie de cajón de sastre. En cualquier caso se trataría de empresas que se dirigen a pequeños segmentos del mercado y, por tanto, a grupos bastante homogéneos. El conocimiento de sus hábitos de comportamiento y sus expectativas respecto al producto a diseñar es básico. En ellos residen las limitaciones y también las oportunidades de diseño. Habrá ocasiones en que la oferta que hace la empresa pivote sobre una tecnología muy sofisticada y otras en que lo haga sobre determinadas necesidades culturales o en que se trate de productos para grupos profesionales concretos. Los requerimientos de diseño estarán en unos casos en el dominio de la tecnología (estaríamos en un caso parecido al de liderazgo de costes) y en otros en el conocimiento de aspectos culturales o sociales (estaríamos en un caso más parecido al de diferenciación). Sin embargo, lo que es común en todas estas ocasiones es que se trata de dirigirse a segmentos pequeños de mercado. Está la empresa estrechando su mercado y profundizando en él. Conocerlo en profundidad es importante y ello exige plazos de colaboración entre diseñador y empresa mayores, generalmente, de lo habitual. Cambiar de diseñador, en estos casos, suele ser costoso por el cúmulo de información que hay que transmitir.
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